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Los tocapelotas, nuestra pasión no entiende de lógica

La temporada se hace larga, larga de cojones.

A los entrenadores no nos duelen las horas de pabellón, los madrugones del fin de semana o las comeduras de cabeza constantes pensando en nuestro equipo.

No nos duelen los viajes infinitos en el autobús, las horas extra de planificación, ni siquiera nos duele la falta de tiempo libre los siete días a la semana.

Se llama pasión y no entiende de lógica. Para unos es tiempo perdido, para nosotr@s es una forma de vida que no cambiaríamos por nada del mundo.

Pero seamos sinceros, la temporada, en ocasiones, se hace muy cuesta arriba por SU culpa, la culpa de los tocapelotas. Sé que en los tiempos que corren hay que ser muy políticamente correcto a la hora de expresarse para no dañar sensibilidades, ni chistes, ni comentarios que se puedan sacar de contexto.

De hecho, sé que aquí  habrá quien se indigne pero el indignado se verá reflejado en cada una de mis palabras. Ya sabéis eso que dicen: quien se pica…

Querid@s compañer@s, calma.

Siempre tendremos quién se cuestione cada una de nuestras decisiones, quien sepa de baloncesto más que nadie y quien tenga a un pequeño Jordan en casa.

Aguantaremos que prioricen a sus hijos y que no entiendan de colectivos, en muchas ocasiones tendremos que escuchar opiniones constantes que rocen hasta las faltas de respeto y tendremos que tragar saliva en otras tantas donde nos quieran dar lecciones de moral.

Veremos como a lo largo del año, muchos llegarán tarde a entrenar  porque tenían deberes, academia o inglés. Veremos como, cinco minutos  antes de entrenar, si tenemos suerte, nos llegará un whatsapp de algún padre o madre avisando de que su hijo no va  y entonces nos pondremos a reorganizar nuestro trabajo. No pasa nada. A ellos no les importa que tú hayas preparado el entrenamiento.

Veremos como siempre habrá  quien critique que su hijo no juegue los minutos oportunos pero ellos no verán como el susodicho no se esfuerza lo más mínimo, llega tarde por norma general, tiene una actitud pasota y cero compromiso con su equipo.

No respetarán tu trabajo y te ningunearán porque para ellos lo haces por hobbie. Esos son los que protestarán si sube la cuota cinco euros pero sus hijos tendrán dos pares de zapatillas de 150 euros y un móvil última generación para hablar con los compañeros del cole.

Esos serán los menos – por suerte – pero harán el ruido suficiente para que pienses en tirar la toalla.  Con un equipo potente, sea de la categoría que sea, se les llenará la boca hablando de valores pero sólo se fijarán en los resultados.

Según su criterio,nunca serás lo suficientemente justo en el reparto de minutos e incluso en el reparto de mimos.

Ojo si le dices “muy bien” a un jugador sólo una vez y al otro se lo dices dos veces. Ojo si no entras con la misma rapidez  al campo cuando tus jugadores se lesionan y ojo si riñes distinto a uno y a otro… notarás cómo se acerca el cuchillo por tu espalda.

Pero cuando pienses en dejarlo acuérdate de todos los buenos momentos vividos con tus jugadores, con los compañeros entrenadores, junta y con los padres que empujan, madrugan, sufren contigo y siempre tienen una sonrisa al final de cada aventura para su hijo y para ti.

Siéntete privilegiado, tienes en tus manos el futuro, disfrútalo, aprende con ell@s. Cada día será una nueva lección y, aunque no llenes los bolsillos con esto, por dentro te sentirás pleno.

Sigue luchando. Ell@s no lo entienden y no lo entenderán nunca.

por Erea Hierro (@ereahierro).

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